El sueño abollado.
Volvió a la casa
paterna, entro decidida a su cuarto de adolescente y reviso cuidadosamente el
armario frente a la ventana, Y ahí estaba, detrás de la caja de aquel viejo sombrero, hecho un pequeño bollito, el sueño
de sus 17 años.
Lo tomo suavemente y diciéndose
a misma: “ Esta vez no te me escapas”,
bajo decidida las escaleras y tomo el primer taxi sin saludar a sus padres.