Sentada en cuclillas sobre el herrumbrado banco al fondo del jardín, leía una y otra vez las tres palabras escritas en ese pequeño trozo de papel viejo y amarillo y se dispuso a desentrañar la historia.
Pero, por dónde comenzar si solo se leía
" No me olvides" ...
sin saber que ese sería el comienzo de su propio destino.
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